La ciencia ha confirmado que el tiempo pasa más rápido y los días son más cortos, pero no hay que ser experto para saber que con tantas actividades y distracciones el tiempo se ha vuelto uno de los recursos más valiosos y ahora somos más selectivos en emplearlo y con quién compartirlo, aunque generalmente estamos en lo urgente y no en lo importante.

Luego de reflexionar sobre autogestión personal a nivel emocional, motivacional, actitudinal y de nuestras acciones -qué ya es un largo camino-, podemos hablar sobre los hábitos que nos ayudan a tener una cotidianidad llena de energía y avances hacia nuestras metas.

Para después conseguir el tiempo para todo aquello que determinemos importante en nuestras vidas, probablemente tendremos que priorizar, descartar, reducir, pero sobretodo preguntarnos si de verdad eso que queremos hacer o estamos haciendo es verdaderamente importante para nosotros.

El poder de los hábitos

Los hábitos son los comportamientos y las acciones que realizamos día a día de forma automática, cualquier actividad puede convertirse en un hábito (incluso los placeres) pero cuando las hacemos con conciencia podríamos hacer todos los días lo mismo sin sentir que los días son iguales.

Hábitos físicos: son los que involucran el cuerpo y la salud, como cepillarse los dientes, bañarse, hacer ejercicios, ir al baño, la forma de hacer las comidas, tomar vitaminas, etc.

Hábitos afectivos: son los relacionados con la forma como nos relacionamos con nuestra familia, amigos, compañeros y entorno en general, como la expresión de las emociones y de la afectividad.

Hábitos sociales: se desarrollan en la sociedad, la cultura y los grupos en los que estamos, como la escucha activa, comunicación, responsabilidad, compromiso, compasión, paciencia, empatía, asertividad, resolución de conflictos, etc.

Hábitos morales: son aquellos que nos guían en lo políticamente correcto en la sociedad y que se esperan de una buena persona, como la fortaleza, templanza, generosidad, justicia, prudencia, etc.

Hábitos intelectuales: están relacionados con todo lo que hacemos para elevar el conocimiento y el entendimiento, como la lectura, el estudio, el razonamiento, la toma de decisiones, el uso correcto del lenguaje, la reflexión, etc.

Si escribieras en un papel las acciones de tu rutina ¿cuál sería el porcentaje de aquellas que haces casi sin pensar? Este pequeño ejercicio puede darte una idea más clara de tus hábitos.

La rutina, los hábitos y los rituales

La rutina es la estructura de actividades que realizamos día a día y nos ayuda a darle un tiempo a cada actividad para mantener el equilibrio, cumplir con nosotros mismos y con los demás. Todos la necesitamos para que nuestros días no estén llenos de caos, procrastinación, urgencias, estrés y/o ansiedad. 

A veces nos aburrimos de la rutina y buscamos evadirlas para no sentirnos autómatas, en ese momento es donde la vida comienza a perder sentido y esa es la señal para ser más creativos en lo cotidiano, implementar nuevos hábitos, ritualizar nuestras tareas o incluir nuevas actividades.

Hacer las cosas sin razonarlas y sin darle cabida a las dudas nos ayuda a realizar las tareas repetitivas, desgastantes y menos divertidas sin sufrirlas, por eso creamos hábitos que se convierten en procesos automáticos donde hacemos paso 1, paso 2 y paso 3 como unas máquinas.

Pero no siempre los hábitos que tenemos son positivos; comer mal, beber demasiado alcohol, fumar, preocuparse, estar mucho tiempo sentados, perder el tiempo, pasarlo en las redes sociales, quejarse, dormir poco, morderse las uñas, quedarse en casa o estar demasiado en fuera son cosas que hacemos para evadir esas incomodidades que nos causa una rutina desactualizada.

Por eso se habla tanto de cultivar nuevos y positivos hábitos, para que ellos nos ayuden a programarnos con acciones y conductas que aporten bienestar a nuestras vidas. Aunque este paso requiere de trabajo, empeño y disciplina traen muchos beneficios, equilibrio y satisfacción.

Ahora bien, convertir esa rutina y esos hábitos en actividades excepcionales que nos permitan vivir conscientes, optimistas y llenos de energía es posible a través de la ritualización de la cotidianidad.

Si bien la palabra ritual está relacionada a las actividades con una secuencia de acciones llenas de simbolismos e intencionalidad, utilizarlo en beneficio de nuestra vida puede representar una gran solución. Las culturas orientales le dan un significado a pequeños actos como quitarse los zapatos al entrar a las casas, porque además de mantener una conducta higiénica y una estancia más cómoda, también se asocia con humildad, pureza y respeto.

Hacer de nuestros hábitos rituales llenos de intenciones, hará que vivamos más conscientes, centrados y con un sentido mucho más fuerte hacia el propósito de la acción que ejecutamos, recordando siempre el para qué hago lo que hago.

Habitos de gente exitosa

Recordando siempre que el éxito no es lo mismo para todos y que el verdadero éxito es estar satisfechos y ser felices con nuestras propias vidas, también es importante reconocer las tres dimensiones que tenemos como seres humanos: mente, cuerpo y espíritu, como punto de partida para desarrollar hábitos saludables y lograr el equilibrio.

Todos necesitamos crear hábitos en esas tres dimensiones, cada quien a su estilo y a su ritmo pero en balance para vivir con fuerza, motivación y propósito. Aunque los hábitos no son exclusivos de una sola dimensión y generalmente abarcan las tres, voy a reflejar algunos ejemplos que pueden ayudarte a conseguir un balance:

Hábitos corporales

  • Comer saludable y balanceado.
  • Caminar.
  • Estirarse.
  • Hacer ejercicios.
  • Cumplir descansos y horas de sueño.
  • Cuidar la salud.
  • Tener una rutina de higiene física y del hogar.
  • Limpiar y ordenar los espacios que habitamos.
  • Caminar descalzo en la tierra.

Hábitos mentales

  • Escribir.
  • Fijar objetivos, planear las acciones y llevarlo a cabo.
  • Tener una rutina saludable y disciplina.
  • Tener bajo control las finanzas.
  • Establecer prioridades y límites.
  • Equilibrar el tiempo y planificar.
  • Compartir con los seres queridos.
  • Tener tiempo de disfrute.
  • Construir relaciones sólidas.
  • Tomar decisiones y delegar.
  • Salir de la zona de confort.
  • Aprender de los errores.
  • Leer y adquirir nuevos conocimientos.
  • Vivir en el presente.
  • Gestionar las emociones.

Hábitos espirituales

  • Meditar, orar y agradecer.
  • Aceptar y perdonar.
  • Dar y servir.
  • Ayunar.
  • Ser amable.
  • Tener un propósito e ir tras él.
  • Ser proactivo y optimista.
  • Ser empático.
  • Hacerse responsable.
  • Conocerte a tí mismo.
  • Vivir con pasión y conciencia.
  • Rodearse de personas positivas.
  • Errar y corregir.
  • Ser afectivos.
  • Visualizar.

¿Cómo crear un hábito?

Crear un hábito puede ser un proceso desafiante, pero hay varias estrategias efectivas que pueden ayudar a establecer nuevos hábitos.

Establecer un objetivo claro

¿Qué quiero, por qué lo quiero y cómo lo voy a hacer?

Empezar poco a poco

Crear un plan que aumente progresivamente hacia el objetivo.

Establecer una rutina

Fija días y horas para ejecutar el hábito.

Elige una recompensa

Encontrar la forma de premiar el esfuerzo y la constancia.

Ser consistente

La constancia y la perseverancia ante la falta de motivación son la clave.

Tener paciencia

Ser amable durante el proceso y seguir adelante aunque se falle.

Gestión del tiempo

Uno de los mayores objetivos de cualquier persona, es sentir que está siendo productiva y que además tiene tiempo para hacer otras cosas que le satisface, de hecho es un gran motivador que le ayudará a sortear los imprevistos.

Para alcanzar ese punto es necesario tener una organización personal y grupal (si se trata de un equipo de trabajo), crear una planificación realista de las acciones que se requieren y pueden ejecutar, definir las prioridades y establecer plazos con fechas límite para realizar las tareas correspondientes.

Esta organización que cada persona necesita conseguir para gestionar su tiempo puede comenzar por cosas tan sencillas como verificar sus horas de mayor productividad donde se siente más despierta, activa y dispuesta a trabajar; tener un espacio cómodo y apto para ejercer su labor, crear listas de tareas por hacer, tener calendarios y rutinas definidas, minimizar las distracciones y el uso del teléfono, planificar pequeños descansos para alivianar las tareas.

Existen tres variables imprescindibles para una gestión efectiva: el tiempo, la energía y el impacto que esto traerá a nuestras vida. Cuando establecemos un objetivo bien vale preguntarse ¿qué tan importante es esto para mi? ¿de cuánto tiempo dispongo? ¿tengo la energía para hacerlo y cómo minimizar el desgaste?

5 técnicas de gestión del tiempo

Técnica Pomodoro

Basada en el relojito de cocina en forma de tomate para atender comida, esta técnica implica dividir el tiempo en bloques de 25 minutos con descansos de 5 minutos para mantener la concentración y productividad a lo largo de la jornada de trabajo. Después de cuatro ciclos, se recomienda tomar un descanso más largo de 15 – 30 minutos para desconectarse antes de volver a comenzar.

Matriz de Eisenhower 

Esta matriz de 4 cuadrantes ayuda a priorizar las tareas según su importancia y urgencia, de esta forma se clasifican las tareas en: importantes y urgentes, importantes pero no urgentes, urgentes pero no importantes, y ni importantes ni urgentes. De esta manera es más fácil enfocarse en lo más importante, para reducir el tiempo en lo que no lo es.

Cómete la rana

Realizar a primera hora del día las tareas más importantes, urgentes o difíciles es la propuesta de Brian Tracy basada en una frase de Mark Twain. De esta forma sentiremos que los objetivos del día se cumplieron y se pueden abordar el resto de tareas sin presión y con facilidad.

Metodología Kanban

Gestionar el flujo de trabajo o de un proyecto en un tablero visual con columnas donde se puedan ver las tareas por hacer, las que están siendo atendidas y las que ya se han terminado, permite ver los avances con eficiencia y ayuda a mejorar continuamente los tiempos, sobre todo cuando se trabaja en equipo porque todos pueden verlo e interactuar con el.

Batching

Agrupar tareas similares y hacerlas en un período de tiempo designado permite ejecuciones en serie que optimizan la productividad, de esta forma no estaremos cambiando entre diferentes tipos de tareas y sabremos cuál es el tiempo y la energía adecuada para ejecutarlas.

Como has visto, los hábitos y la gestión del tiempo son parte de nuestra capacidad de autogestión y es una tarea individual que solo nosotros podemos lograr, aunque vale apoyarse en otros que tengan el mismo objetivo.

Cada una de las aristas tocadas en este post tienen un peso importante en nuestras vidas, y si bien no recomiendo comenzar todo en un solo momento porque puede ser abrumador, bien vale crear un plan en el tiempo para integrarlas y alcanzar una vida más saludable y satisfactoria. 

Bien valen todos los esfuerzos en este sentido y si lo tomamos como un tema cotidiano en nuestras vidas, es mucho más fácil mantener el enfoque y tenerlo en cuenta como un reto personal que mejorará nuestra calidad de vida.

Cuéntame ¿cómo lo haces tú? Y si alguna de estas técnicas te ha funcionado ¡espero leerte!

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